Por Felipe Ríos.
Éste empleado de nosotros los que pagamos impuestos, nos describió de manera impecable los riesgos y oportunidades de frente a un futuro muy “trumpicado”. Expuso también la historia de éxito que hemos escrito los mexicanos en nuestros últimos 30 años de democracia, así como los riesgos aún mayores si el próximo presidente es un caudillo intransigente que destruya el camino que hasta ahora hemos construido -con mucho esfuerzo y lentitud-.
En su discurso, Cordero comparó la conducción de un país y sus resultados económicos con la conducción de un automóvil. Mi imaginación voló para ver a un señor gobernador manejando un “carrazo” Fórmula 1 como lo es el Estado de Veracruz (o Sonora, o Quintana Roo), entrando a pits para refrescar su automóvil en la última vuelta y a un equipo capaz de desmantelar el auto en menos de 15 segundos… deshuesado, “ni pal-yonke”. Mi imaginación dio para ver a un gordito corriendo con un bote de gasolina en cada mano y el peluche del tablero enredado en el cuello saqueados del potente auto.
Dado a que este no es un blog dedicado a la política y sus suciedades, haré a un lado mi imaginación y aprovecharé la alegoría de Cordero para comparar un hotel con un automóvil. Ahí les voy:
La potencia de un auto y las características del camino son relevantes para medir su desempeño, pero definitivamente la pericia del conductor es lo que determinará que un auto vaya a una velocidad promedio mayor que otro, aún con autos similares en el mismo camino.
La conducción de un hotel puede ser mejor o peor (más rápida, más lenta o inclusive fatal) dependiendo de la pericia del gerente general.
¿Cómo es el camino por el que un gerente general debe conducir en México? ¿Será como conducir en una carretera de Frankfurt? ¿O se parece más a una brecha en la que acechan los peligros más impensables?
Parece increíble, pero hay propietarios de hoteles que aceptan que se pongan sus inversiones de millones de dólares en manos de pilotos inexpertos, o inclusive totalmente neófitos en lo que a pilotear un hotel se refiere. Yo nunca pensaría en “bajarle la chamba” a Checo Pérez, entonces ¿Por qué hay quien se atreve a ser hotelero sin serlo? Como lo he dicho en otras ocasiones, la hotelería es una profesión subestimada en México.
¿Cómo es conducir un hotel en México? Pues es como hacerlo en una carretera con algunas rectas y tramos recién enchapopotados sí; pero la mayor parte del tiempo es estrecha (de un solo carril con autos en contra), sinuosa, con baches, topes y deslaves; la lluvia, el granizo y la niebla son frecuentes; con bandidos y animales salvajes listos para atacarte en el momento en que te detengas a cambiar un neumático. Si queremos llegar a nuestro destino manejando en semejantes condiciones más valdrá contar con un buen conductor, aquél que tenga el conocimiento y la experiencia necesarios para mantener una velocidad constante, que no dude cuándo detenerse o inclusive cuándo echarse de reversa, ya que lo importante al final del camino será la velocidad promedio alcanzada. Los inversionistas hoteleros deben cuestionarse si los destinos de sus millones de dólares de inversión están conducidos por quien tiene la pericia necesaria según las dificultades de su operación y su mercado.
Y ante estas circunstancias, si me dieran a elegir entre un Mercedes F1 W07 Hybrid, y unOldsmobile Súper 88 modelo 1950 para conducir en los caminos de México… Yo no dudaría en elegir al Oldsmovil, el auto ganador la carrera Panamericana en 1950 recorriendo de Chihuahua a Chiapas a una velocidad promedio de 142 kilómetros por hora
.Y la verdad, la verdad, ni uno ni otro se lo diera a manejar a un piloto inexperto por bajo que fuera su sueldo… Y la verdad la verdad: muero por conducir en estos rudos caminos al volante de un clásico.
Amigos: es de profesionales la conducción de un hotel.