Por Karen Madrigal.
Seguro que tú también has tenido a algún maestro que causó un fuerte impacto en tu formación. Aquel que te ponía corcholatas en las rodillas, hincado frente al sol con un libro de texto en cada mano hasta que confesaras las fechorías que ponían en desorden a los compañeritos del salón, ¡qué clase de santa inquisición escolar era esa!
También estaban los profesores que se tomaron el tiempo para escuchar el problema que tanto te agobiaban, y que incluso te conocían lo suficiente como para adivinar qué te sucedía antes de que se los contaras ¿O qué tal aquel maestro que nada más al verlo de lejos te dolía el estómago porque no paraba de exigirte y se comportaba más como un entrenador de alto rendimiento que como un profesor?
Por si fuera poco, nunca faltó aquel del que no guardas ningún recuerdo grato y en cambio lo preferirías suprimir para siempre de tu memoria. A esos jinetes de la apocalipsis de los que la lección que tomaste no tenía que ver con su enseñanza, sino con el aprendizaje que obtuviste al confrontarlos con todo y tus miedos.
Quizás tuviste la fortuna de tener a ese maestro al que admirabas tanto que estuviste a punto (sino es que sí lo hiciste) de llevarle una manzana. O muchas. Tal vez a través de ese maestro aprendiste a darle valor a tu trabajo, aprendiste a poner límites, incluso aprendiste de resistencia y plasticidad. Es decir, ese maestro que te ayudó a descubrir lo que sí querías para ti.
En fin, entre todas las posibles personalidades y lecciones de los múltiples profesores que has tenido en la vida, el tiempo pasa y te configura conforme a tu historia personal. A la distancia, parece irónico que ahora tú seas el maestro de alguien. Y ese alguien, a su vez, podría convertirse algún día en maestro. Es decir que al final aspiramos a ser maestros de maestros, lo cual no es un tema sencillo.
En BeyondHB tenemos a uno de ellos. Un maestro, mentor y gran líder, Felipe Ríos.
Cuando lo conocí, hace algunos años, me impresionó la sencillez con la que hablaba y trataba a las personas. Para un hombre con tanto éxito y experiencia acumulada, yo me imaginaba a alguien más o menos al estilo de Iron Man, con la actitud de superioridad de quien ve a los otros por encima del hombro, presumiendo de sus logros. Me imaginaba al típico arquetipo “cool” del que tendría que ganarme su atención a cada segundo y con el que terminaría por sentirme incómoda al cabo de tanta petulancia y falsa humildad.
Pero no fue así. Por el contrario, él representaba a los maestros que a lo largo de mi vida, corta por supuesto, había tenido. Encontraba lo mejor de cada una de aquellas historias en una sola persona, desde mi maestra de primaria, Gaby, quien nos contaba acerca del nombramiento de Guadalupe Victoria, el primer Presidente de México, como si hubiera estado allí; hasta aquel cubano colérico de 73 años, Silvio “El Doc”, al que con tanto cariño recuerdo muy a pesar de sus regaños y objeciones acerca de mi tesis. De hecho, una de las piedras que tenía en la vesícula (digo tenía porque ahora ya ni vesícula tengo) llevaba su nombre: "Doc” (Doc, donde quiera que esté -aunque era un descreído-, siempre le voy a agradecer no haberme soltado en los momentos más amargos y difíciles de mi carrera).
Así, en Felipe encontré las características que suelen marcar a los mejores maestros, aquellos que son dignos de ser maestros de maestros.
Te comparto cinco de ellas:
1. Escucha el mensaje más allá de las palabras.
Puede que suene algo romántico, pero el maestro de maestros sabe leer los textos no dichos e indaga de forma oportuna y asertiva en la situación, no como interrogatorio, que casi casi con tehuacán en mano están listos para sacarte la información sea como sea, sino con esa asertividad que busca el bienestar de las dos partes y aportar en el aprendizaje que el pupilo requiere en ese momento.
2. Confía y genera confianza
El maestro de maestros le da espacio a sus pupilos y confía en las capacidades de cada uno de ellos, no requiere ver el monitor para ver qué es lo que está haciendo o si hace la actividad o no. La confianza genera compromiso en el aprendiz. Pero también el maestro de maestros es lo suficientemente tenaz e intuitivo como para identificar cuando la confianza ha sido rota y hay que tomar acciones correctivas.
3. Desarrolla Talentos
El maestro de maestros potencializa las habilidades de su joven, o no tan joven, “padawan”. Se preocupa y ocupa por desarrollar y fortalecer otras habilidades en éste, por que sabe y entiende de inteligencias múltiples. Funciona algo así como un cazador de talentos y está siempre dispuesto a mostrarle sus mejores herramientas y trucos a su aprendiz. Sabe que no hay carencia, si no oportunidad.
4. Guía y se deja guiar
El maestro de maestros posee sabiduría, que no es lo mismo que conocimiento. La sabiduría se adquiere con el tiempo y es una combinación de experiencia e intuición. Es la sabiduría la que puede moldear hasta al pupilo más rebelde, al reconocer que él también sabe, puede enseñar y puede aprender. Es la misma sabiduría la que dicta que el ego sólo entorpece el aprendizaje y el resultado. Así que siempre está dispuesto a aprender y dejarse guiar, incluso por sus estudiantes.
5. Es inspiración
Finalmente, el maestro de maestros es inspiración, no sólo para sus pupilos, sino para quien lo rodea. Como diría mi buena amiga y colega Karla Palafox en su publicación del periódico La Crónica “ Los docentes con sentido humano reconocen que sus alumnos son valiosos, los incentivan, les muestran la nobleza de la razón y la fuerza de la objetividad en el diálogo”, a lo que yo agregaría, no sólo la fuerza de la razón, sino también la inspiración, el involucramiento y la claridad del propósito por el cual hacen lo que hacen e impactan a más personas.
Estás son las 5 características que identificamos en el maestro de maestros.
En BeyondHB nos sentimos afortunados de contar con uno de ellos.
Seguro que tu también tienes a un maestro de maestros. Escribe en los comentarios y comparte quién fue o ha sido tu maestro de maestros y qué le dirías.
2 Comments
Genial!
Los primeros párrafos comencé a recordar a todos aquellos maestros de mi niñez, los verdugos, los no tan verdugos y los mágicos, no pude evitar llenarme de nostalgia, gracias por ello, gracias por compartir.
Muchas gracias Karla por tu comentario.